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¿Hacer deberes durante el verano?, ¿sí o no?

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Fecha de publicación: 1-08-2020

Se termina el curso escolar. Por fin llegan las tan ansiadas vacaciones de verano para los niños. Durante casi 3 meses pueden descansar, disfrutar y compartir más tiempo con la familia. También hacer actividades que a menudo no se hacen durante el curso.

¿Y qué pasa con los deberes escolares durante este período?

Los deberes tienen el fin de reforzar y afianzar lo que se ha trabajado en clase. Si bien es cierto, hay muchas formas de lograr este objetivo. No hace falta recurrir, o al menos no de manera exclusiva, al típico cuaderno de ejercicios que los niños tienen que rellenar y entregar en septiembre a los profesores. Muchas veces se quedan esperando una corrección que, según muchos escolares confiesan, no siempre reciben. Pedagógicamente, esta manera de proceder no tiene ningún sentido. El niño se va a sentir desmotivado al no recibir un feedback inmediato, ni ningún tipo de refuerzo positivo al avance de su tarea.

Se pueden afianzar los conocimientos aprendidos durante el curso de diversas maneras, más lúdicas, experimentales, creativas y participativas para el niño. Y es precisamente el período estival el que más se presta a explorar estas facetas. Es lo que muchos expertos en educación definen como una concepción “no tradicional” del concepto de “deberes”.

El aprendizaje puede darse en cualquier actividad que lleven a cabo los niños. Y ha de ser labor de la escuela promover u orientar a la familia sobre dichas actividades no formales para llegar al objetivo pedagógico.

¿Cómo enfocar los deberes en verano?

Se puede tomar como ejemplo la experiencia pedagógica de la Escuela Pública Fructuós Gelabert, de Barcelona. Ellos defienden unos “deberes creativos”.

Se trata de una iniciativa diseñada en el marco de la Comisión de Aprendizajes. Está formada por profesores y padres. En el curso 2009-2010 reflexionaron sobre el concepto de las actividades de aprendizaje fuera de la escuela. En ese sentido, el centro educativo promueve los “deberes creativos” entendiendo que éstos deben ser:

  • Breves: sin invadir el tiempo familiar y de ocio.

  • Creativos: no aburridos. Que sirvan para relacionar lo que aprenden en la escuela con la vida cotidiana.

  • Personalizados: adecuados a la edad y a las necesidades de aprendizaje del niño.

¿Cómo llevar a la práctica este modelo educativo durante las vacaciones de verano?

  • Es necesario pensar de manera individual en cada niño. En sus capacidades, habilidades y aficiones. Y hay que pactar con los profesores al finalizar el curso, las tareas a llevar a cabo en las vacaciones.

  • Es muy aconsejable ejercitar los contenidos relacionados con asignaturas instrumentales (idiomas y matemáticas). Esto va a permitir al niño afrontar mejor las asignaturas del nuevo curso, debido al carácter de transversalidad en el currículo.

  • Determinar y negociar con el niño los objetivos de las tareas a realizar durante las vacaciones de verano.

  • Pactar un horario y un espacio para hacer estas actividades.

¿Qué actividades, que no tengan el formato de cuaderno de tareas, pueden llevar a cabo los niños durante el verano?

Hay muchas actividades y muy variadas que motiven al niño a afianzar su aprendizaje y que le involucren, tanto a él como a la familia, en este objetivo. Como ejemplos proponemos los siguientes:

  • Hacer una actividad semanal atractiva con la familia. Y después detallar la vivencia en un diario con el fin de ejercitar las habilidades relacionadas con la escritura.

  • Crear un “cuaderno de viaje”. En él, el pequeño podrá contar o proyectar sus vacaciones. Este debería incluir mapas, fotos, dibujos, etc. De este modo, el niño integrará la capacidad de investigación y de creación, con diferentes habilidades más allá de las relacionadas con la escritura.

  • Actividades culturales y de socialización: visitas a museos, conciertos al aire libre, cine en familia, etc.

  • Solidaridad: compartir momentos con personas (gente mayor, niños necesitados, personas con necesidades especiales, etc.) que puedan necesitar nuestra ayuda. Es básico inculcar a los niños, desde pequeños, el concepto de diversidad. Que conozcan las capacidades y limitaciones que todos podemos tener. Hay que educar para el respeto hacia la diferencia.

  • Lectura diaria de libros adecuados a la edad e intereses del niño. Hacerles partícipes de la selección de los mismos en la biblioteca.

  • Practicar la lectura de cuentos en voz alta. Está demostrado que mejora la autoestima, crea vínculos familiares, fomenta el desarrollo emocional y contribuye al aprendizaje.

  • Actividades relacionadas con la lógica. Para este tipo de tareas los juegos pueden tener un protagonismo importante, en sus diferentes formatos. Juegos de mesa, juegos de ordenador o tablet, etc. Sirva de ejemplo, el potencial del ajedrez para la adquisición de determinados conceptos matemáticos.

  • Iniciar o profundizar en idiomas. Lecturas, dibujos animados, películas, grupos de conversación o campamentos de verano con inmersión en una lengua, etc.

  • Practicar deporte. Estimula el cerebro.

  • Tareas que fomenten la creatividad y que la estimulen. Por ejemplo, hacer experimentos en casa.

  • Actividades centradas en educación artística: música, pintura, dibujo, etc.

En resumen:

Las vacaciones de verano son ante todo un período de descanso para los niños. Son para disfrutar del ocio y de tiempo de calidad con sus familias. Sin embargo, esto no implica abandonar por completo el proceso de aprendizaje llevado a cabo a lo largo del curso escolar.

Hacer con ellos actividades creativas y que les resulten atractivas ayudará a estimular la consolidación y aplicación de los conocimientos adquiridos durante el curso escolar. Les motivará para fomentar el desarrollo de nuevos conocimientos, ejercitar hábitos y prepararse y afrontar el nuevo curso de una manera más positiva.

Fecha de publicación: 1-08-2020
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