¿Qué nos hace pensar en un cáncer en la infancia?

Detectar y tratar pronto, puede mejorar la supervivencia de los niños con cáncer.

¿Es frecuente el cáncer infantil?

Es poco frecuente en los niños, pero ahora es la primera causa de muerte no accidental entre el año y los 14 años. Hasta los 14 años, los tipos de cáncer más frecuentes son la leucemia y el tumor cerebral. Entre los 14 y los 18 años, los más frecuentes son el tumor óseo y el linfoma.

¿Qué suele ocurrir con el cáncer en la infancia? ¿Se puede prevenir?

Hoy en día el pronóstico del cáncer infantil ha mejorado mucho. Pero depende del tipo de cáncer, la fase en la que esté y lo agresivo que este sea. En general la supervivencia es mayor del 75%.

Hay factores que hacen mayor el riesgo de tumores como son las radiaciones ionizantes, la quimioterapia previa o síndromes como la trisomía del cromosoma 21. El cáncer infantil no se hereda. Muy pocos niños pueden tener una predisposición al cáncer que requieren un seguimiento especial para detectarlo lo más pronto posible.

¿Qué nos puede hacer pensar en cáncer en un niño?

Los síntomas de cáncer en niños son poco específicos. A veces pueden simular procesos frecuentes y leves. Lo que nos puede hacer sospechar cáncer es que no mejoran por sí solos y no se presentan o cursan de la forma habitual. 

Los síntomas suelen variar según el tipo de cáncer. Algunos son comunes a distintos tipos de tumores, como el malestar general y la pérdida de peso o la fiebre que dura mucho, ambas sin causa clara.

La clínica que puede hacer pensar en leucemia es inespecífica. Los padres deben prestar atención a que haya varios signos de alarma a la vez, como pueden ser:

• Palidez, fatiga o malestar general.
• Sangrado persistente de la nariz o las encías.
• Moretones que no se pueden explicar por causas comunes.
• Pequeñas manchas rojas o moradas que no se quitan al presionarlas.
• Ganglios en una o varias regiones del cuerpo, sobre todo en el cuello, las axilas o ingles, grandes, duras y que no duelen.

Que haya adenopatías en una o varias zonas del cuerpo puede sugerir un linfoma. Son ganglios inflamados que también pueden aparecer en infecciones banales. Estas adenopatías suelen ser grandes, duras y que no duelen, sobre todo en el cuello, las axilas o ingles. El niño puede tener también otros síntomas de alarma como pérdida de peso sin causa clara o sudoración nocturna.

El aumento del tamaño del abdomen o el dolor abdominal persistente son síntomas comunes a distintos tipos de tumores que pueden estar en el abdomen, como tumores renales, hepáticos, linfomas o sarcomas.

El dolor de cabeza puede ser por distintas causas, casi todas benignas en la infancia, pero nos debe alertar si:

• Le despierta por la noche.
• El dolor no responde a la analgesia habitual.
• Duele en la zona posterior de la cabeza.
• Tiene vómitos o mareos.
• Asocia cambios en el comportamiento.
• Si refiere cambios de la visión

El retinoblastoma (cáncer del ojo) se presenta con pupila blanca y/o estrabismo súbito.

¿Qué puede hacer si su hijo tiene algunos de estos síntomas?

Si su hijo presenta estos síntomas y persisten o empeoran con el tiempo, debe acudir a su pediatra. Según como sean los síntomas y cuanto duren, decidirá la actitud a seguir. Como el cáncer infantil es poco frecuente y no es lo primero que se debe sospechar, el pediatra verá si hay que hacer análisis de sangre o pruebas de imagen. A veces, según los resultados de las pruebas y la evolución, decidirá derivar a un oncólogo pediátrico.

Además, en los controles del niño sano, el pediatra evalúa los síntomas que pueden hacer sospechar cáncer infantil.

En resumen

El cáncer infantil es una enfermedad rara y los síntomas que a veces no son nada claros. Lo primero es descartar las causas más comunes de estos síntomas, que son banales. Se debe prestar especial atención a una evolución poco común o a que no mejoren con el tiempo. El pediatra pedirá pruebas diagnósticas para saber la causa.