Formulario de búsqueda

Lucia. Léelo, por favor

  • pdf
  • friend
  • print
  • Googleplus
  • Twitter
  • Facebook
  • WhatsApp
Fecha de publicación: 4-12-2014

Hola, me llamo Lucía y tengo quince años. Soy adolescente y necesito comunicar mis inquietudes y problemas, contar mi historia, que alguien me escuche y poder sentirme mejor conmigo misma.

Mis padres se separaron cuando yo tenía dos años, recuerdo cuando ocurrió, aunque fuese muy pequeña. Cada día ellos discutían y a veces llegaban a mayores. Yo no entendía por qué ocurría eso, no sabía por qué se comportaban así. Todas las noches mi padre volvía del trabajo y yo siempre lo esperaba asomada al balcón para saludarlo, pero una noche, no llegó. Me puse muy triste y recuerdo que empecé a llorar mucho y mi madre me dijo que ya no vendría más. Desde ese día, siempre que iba al colegio, me preguntaba por qué todos los padres de mis amigas venían juntos a recogerlos, menos los míos. No entendía por qué yo era una excepción, por qué a mí no me recogían mis padres juntos. Hasta que un día, mi padre volvió a por mí, pero ya tenía una nueva pareja. Yo tenía entonces cinco años, desde el principio me llevé bien con su pareja y con los dos hijos mayores de ésta, íbamos a comer a los sitios juntos, jugábamos, salíamos a la calle… Vivíamos juntos, aunque algunas semanas me iba con mi madre, me iba cambiando de casa. Pero un día las cosas se torcieron, mi padre y su pareja rompieron y nos volvimos a mudar. Estuvimos los dos solos durante un tiempo, estando yo una semana en cada casa, con mi padre, o con mi madre. Hasta que mi padre volvió a tener otra pareja, con la que también me llevé muy bien desde el principio, con ella y con sus dos hijos mayores. Entonces yo tenía once años. Poco a poco iba entendiendo por qué mis padres estaban separados y por qué los de mis amigas no. No tengo hermanos, soy hija única, así que nunca pude compartir mis pensamientos con alguien que estuviera justo en las mismas condiciones y en la misma situación que yo.

Todo hasta entonces iba bien, yo aceptaba las mudanzas y los cambios de pareja, aceptaba ser diferente a los demás y vivir cada semana en una casa distinta con mi padre y su pareja o con mi madre. Lo aceptaba hasta que definitivamente todo cambió. Me hice mayor, crecí, me di cuenta de cómo eran las cosas en realidad. Tengo quince años, no soy una niña pequeña, ya entiendo las cosas. Y entiendo que esto no puede seguir así.

Rompieron la relación, pero no una vez, ni dos, ni tres, ni cuatro, ni cinco… Infinitas veces. He perdido la cuenta. Estaban juntos una semana y a la semana siguiente rompían, ella cogía sus cosas y se iba de casa para volver a venir la semana siguiente. Así tantas y tantas veces… Sin que les importara que yo estuviera sufriendo. El simple hecho de volver de casa de mi madre a casa de mi padre y no saber si ella iba a estar o no, no saber si habían conseguido seguir juntos sin discutir o habían vuelto a romper. El simple hecho de poner algunas veces tres servilletas al poner la mesa y otras veces, dos. Como sus hijos eran mayores, seguía sin poder compartir mis pensamientos con nadie que me entendiera del todo. En realidad nadie se ponía en mi lugar. Nadie se paraba a pensar lo duro que estaba siendo para mí las mudanzas y los cambios de pareja tan repentinos y seguidos. Nadie. Sólo yo me sentía así. Sólo yo.  

Actualmente, escribo este mensaje porque ha llegado un punto en el que no puedo soportarlo más. A mi madre la han operado tres veces de cáncer y está muy mal, y mi padre sigue rompiendo y volviendo cada semana con su “pareja”, o lo que sea. A lo mejor soy injusta, a lo mejor soy yo la egoísta y no ellos, a lo mejor soy yo la que está equivocada, pero he llegado a la decisión de no cruzar palabra con su pareja. Ha hecho tantas cosas… No pararía de escribir si las contara todas. Entre otras, promesas que nunca cumplió, gritos, insultos hasta a mí, no sólo a mi padre, encerrarse en su cuarto en mitad de una comida “familiar”… Y muchas cosas que para la gente que lo lee y que lo escucha son sólo tonterías pero para la que lo vive… No tanto.

Por si fuera poco, mi padre siempre me está echando en cara mis defectos. Que soy poco sociable, que no pienso en los demás, que lo único que sé hacer es amargar a la gente… Me lo dice a gritos y sin cortarse un pelo, independientemente de mi estado de ánimo, si estoy llorando o si me estoy riendo. Le da igual. Me da coraje porque sí soy sociable, siempre estoy abierta a los demás tanto para los niños como para los adolescentes como para los adultos y como para los ancianos. Porque siempre pienso en los demás antes que en mí misma, siempre me he comido yo muchos problemas para que otra persona no se los comiera, siempre estoy ayudando a los demás y siempre estoy mandando MI dinero a las familias pobres y que pasan necesidades, cosa que él no hace. Saco buenas notas y soy aplicada en mis tareas. Y también me da coraje porque son ellos los que me amargan a mí. No soy perfecta, lo sé, hago muchas cosas mal, pero es que él tampoco es perfecto. Llevo toda mi vida tragando por él, cambios de casa, de pareja, de todo. Sin protestar ni una sola vez y poniendo buena cara. Creo que ya es hora de que se me tenga un poquito en cuenta.

Gracias por leerme, si me has leído.

Lucia, 15 años

Fecha de publicación: 4-12-2014