Fármacos biológicos

¿Qué son?

Los medicamentos biológicos o bio-fármacos son medicinas complejas. Para crearlas se usan organismos vivos: células animales, vegetales o microorganismos (bacterias, virus u hongos).

¿Cuándo se pueden usar?

La idea de su uso se basa en que los errores del sistema inmune causan enfermedades o daño en nuestro cuerpo.

Muchas enfermedades del ser humano se deben a que nuestras propias defensas funcionan mal. El sistema inmune reconoce como ajeno aquello que no lo es e intenta destruirlo, dando las enfermedades autoinmunes.

Otras veces se pierden señales que controlan el crecimiento de las células, por lo que se multiplican sin cesar, dando cáncer.

También se usan en patologías que tienen una base auto-inflamatoria, como las enfermedades cardiovasculares (ataques al corazón, ictus cerebrales, diabetes…) y del sistema nervioso que afectan a nuestra salud mental.

¿Cómo funcionan?

Imaginemos que en una ciudad se estropea el ordenador que controla un grupo de semáforos, lo que produce que los semáforos se apaguen o funcionen sin coordinación. El resultado sería muchos accidentes, atropellos, y un gran caos. Los fármacos biológicos serían el técnico que una vez descubre el problema informático, acude a la raíz y lo soluciona.

Para el uso de estos fármacos se debe saber dónde se inicia el fallo que provoca la enfermedad a nivel molecular. Así es posible un modo de acción específico y dirigido.

Los bio-fármacos actúan sobre una diana: células concretas, proteínas alteradas o interfiriendo en señales de activación. Así actúan mejor acotados y con más control.

Su uso ha supuesto un gran avance en las últimas décadas para la cura de enfermedades que antes se trataban solo con fármacos muy agresivos y con muchos efectos secundarios, como la quimioterapia y la radioterapia.

Pero también tienen efectos nocivos, que a veces son difíciles de prever.

Su uso solo puede realizarse tras la prescripción de un especialista.

Esta infografía, descargable en PDF, nos resume el tema: