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Padres y pediatras
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La familia monoparental

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Fecha de publicación: 25-03-2023

María ha tenido una hija. A sus 38 años decidió que era hora de ser madre. Tenía un buen trabajo, era independiente y sin pareja estable desde hacía 5 años. No quería esperar más. Ahora en casa, tras el parto, bulle a ratos la alegría y el miedo. Tiene una hija preciosa, ha ido todo bien… pero ella es la única responsable de traerla a este mundo, criarla y educarla. Piensa que se siente así por la “depresión pos-parto”, que ya se le pasará. No quiere compartirlo con la familia ni con los amigos y amigas que llenan la casa.

Son muchos los caminos que pueden llevar a ser familia monoparental:

  • A veces se elige: una mujer puede decidir adoptar pero también tenerlo en un encuentro puntual con un hombre o por medio de reproducción asistida (inseminación, fecundación in vitro...). En el caso de un hombre, puede adoptar o recurrir a un vientre de alquiler. Otras veces, tras una separación, ambos llegan al acuerdo de que sea uno de los progenitores quien se quede con la custodia exclusiva.
  • Otras, no se elige: una mujer que se queda embarazada sin desearlo en una relación no estable… o en una relación que era estable hasta que se ha quedado embarazada, y la pareja decide que no quiere asumir la paternidad. Incluso que alguno de los progenitores tenga una orden de alejamiento y el otro cónyuge tenga que criar solo. Tampoco se elige enviudar y tener que criar sin la pareja.

Algunas reflexiones…

Hablar de este modelo de familia es bastante nuevo, pero criar a un hijo o hija sin pareja ha pasado toda la vida. Es verdad que los viudos se solían casar para tener ayuda en la crianza, pero no era así en las viudas. Han sido muchas las madres que por diversas causas han criado solas.

Pero sea como sea, para que nazca un ser humano, ha tenido que haber un hombre y una mujer, un padre y una madre, ejerzan o no como tales.

Hay que plantearse que una persona tiene derecho a saber, los conozca o no, que su vida se la debe a un padre y a una madre. En el caso de adopción, reproducción asistida o vientre de alquiler, pensar, que de forma generosa, dos personas le dieron la vida y le hicieron un regalo a otra persona, para que lo cuidara y le diera el amor para crecer.

La persona que se ocupa de la crianza, aunque piense que su papel es esencial porque es quien le da el amor y educación a ese hijo/a, se tiene que plantear que este/a tiene derecho a saber que viene de otros progenitores. Ambos son parte imprescindible para el nacimiento y desarrollo de una persona. Cuando creamos que pueda entendernos, le podremos decir cosas como: “tú naciste de un padre/madre y de mí, aunque ella o él no esté con nosotros y no lo conozcamos". Decirle también “yo le estoy muy agradecido/a porque gracias a esa persona te tengo a ti”. Podría ser también el mensaje en caso de viudez o cuando la pareja no esté por otra causa.

Aunque no conozcan a su madre o a su padre, la mitad de su ADN viene de cada uno de ellos. Aquí llevan información física y emocional del que no está en su vida. Todos necesitamos que nos dejen tener en nuestro corazón a nuestro padre y madre.

Desde estas raíces sanas, nuestros hijos irán creciendo sobre una base segura. Sabrán agradecer tanto a quien les pasó la vida, como a quienes les han cuidado para ser las personas que hoy son.

Hay que hablar también de educar en solitario. No significa tener que ejercer de madre y padre a la vez. Significa ejercer de figura de autoridad y de amor. Tanto si es el padre como si es la madre quien educa solo, tiene que educar en valores, poner unas normas, unos límites, que aprenda habilidades para la vida… y sobre todo dar el amor y acompañar durante toda la crianza. Es decir, educamos igual haya uno o dos progenitores, con cariño y normas, con amor y autoridad.

Fecha de publicación: 25-03-2023
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