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Padres y pediatras
al cuidado de la infancia y la adolescencia

Convertirse en padrastro o madrastra

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Fecha de publicación: 28-03-2022

Elisa y Joan han decidido vivir juntos. Ambos están separados y les ilusiona este nuevo proyecto. De sus anteriores relaciones Elisa tiene dos hijas y Joan un hijo, todos en edad escolar. Tienen custodia compartida. Iniciada la convivencia surgen conflictos. Cada uno trae las normas que tenía y son diferentes. El modelo educativo de Joan es muy permisivo y el de Elisa es más controlador. Son diferentes horarios de irse a la cama, de tiempo de pantallas o a la hora de cooperar en casa. Elisa ve, por ejemplo, como sus hijas van perdiendo sus hábitos para copiar lo que hace el hijo de su pareja y este a su vez no admite las normas de Elisa. La convivencia se deteriora para todos. La pareja se plantea: nos queremos y deseamos seguir conviviendo sin tanta tensión. ¿Cómo lo podemos hacer?

En el caso de Merce y Toni, que llevan ya un año de convivencia, es otro problema. Merce tiene dos hijas adolescentes y Toni un hijo de cinco años, ambos con custodia compartida. Merce está estudiando para promocionarse laboralmente; sus hijas son mayores y ya se lo puede permitir. Desde que conviven se ocupa también del hijo pequeño de Toni puesto que él acaba más tarde en su trabajo. Al principio todo muy bien, pero desde hace meses ha tenido que renunciar a ir al gimnasio y ahora se plantea también dejar los estudios. La pareja se va deteriorando. Merce se pregunta: ¿tengo que renunciar a mis proyectos para cuidar y volver a la crianza del hijo de mi pareja o tengo que renunciar a tener esta pareja?

Son ejemplos de muchas otras situaciones en los que falta el principio de realidad. Porque cuando nos enamoramos lo hacemos inconscientemente, desde el estado del Yo Niño, es decir, desde la ilusión, la fantasía y la necesidad de compartir nuestra vida con alguien. Desde ese estado vemos en la otra persona todo lo que necesitamos para sentirnos bien, ponemos en él o ella lo que nos gustaría que fuese y dejamos de ver “lo que sí es”.

Y es que, si una relación de pareja ya es complicada porque llegamos a ella de familias distintas, con diferentes normas, valores, creencias, educación… ahora, que además aportamos los hijos e hijas de relaciones anteriores, la situación se complica más por mucho amor que haya entre la pareja.

Por ello antes de iniciar la convivencia sería necesario:

  1. Que la nueva pareja analice la realidad que va a crear y cómo va a repercutir en ellos y en los hijos e hijas de ambos.

  2. Hablar de la forma de educar que cada uno tiene y acordar, para los hijos e hijas de ambos, normas de convivencia, hábitos, etc.

  3. Cada uno debe hablar con sus hijos e hijas para explicarles la decisión que han tomado y lo que va a suponer ésta: cambios de casa, o de espacios, de normas, etc.

  4. Hablar de los valores que van a ser necesarios para la nueva convivencia: respeto, responsabilidad, amabilidad, etc.

  5. A los hijos e hijas no se les puede exigir que quieran a la persona que su padre o madre ha elegido para compartir su vida, pero sí se les debe exigir que la respeten.

  6. Los hijos e hijas deben tener claro que la nueva pareja de papá o mamá NUNCA va a ser su padre o su madre. Ya tienen un padre o una madre.

  7. Tampoco los adultos tomarán el papel de padre o madre de los hijos e hijas de su pareja.

  8. Las decisiones importantes de la vida de los hijos e hijas las toman su padre y su madre, aún estando separados. La nueva pareja respeta estas decisiones, aunque no las comparta.

  9. La nueva pareja no hablará mal o descalificará al otro progenitor.

  10. Antes de llegar a la convivencia la nueva pareja tiene que tener muy claro cuál va a ser el papel que cada uno va a tener en la relación con los hijos e hijas del otro. Lo que cada uno está dispuesto a hacer y lo que no.

  11. Cada uno de los miembros de la pareja tiene que hablar con su ex-pareja para acordar cómo resolver los problemas que surjan con sus hijos e hijas. Por ejemplo: buscar a alguien que les cuide, si fuera necesario, para que no recaiga en la nueva pareja. Las renuncias a proyectos “por amor” pasan factura y deterioran la relación.

En resumen

La comunicación continua desde la asertividad será la mejor herramienta que podrá utilizar la pareja para ir resolviendo los conflictos que, seguro, van a surgir. Cuando hay amor, respeto y diálogo, se pueden abordar y resolver los problemas de forma adecuada para todos.

Fecha de publicación: 28-03-2022
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