Me quiero poner cachas. Cuando el deporte se convierte en obsesión
Entre las formas de cuidar la salud, están “el deporte” y “la alimentación”. Ambos, bien planteados, nos aportan muchos beneficios físicos y psicológicos.
Desde el siglo pasado, se han añadido a esas dos áreas, ideas relacionadas con “la estética”. Se habla de ello en mensajes publicitarios, cine, redes sociales, gimnasios, etc. Y muchas se sostienen por intereses económicos.
En nuestro medio, se ha dado cada vez más importancia, al “culto al cuerpo”, que valora mucho el aspecto físico.
Y a la vez, han aparecido nuevas enfermedades, como son: la anorexia, la bulimia y la vigorexia.
¿Qué es la vigorexia?
Es una preocupación excesiva por el aspecto físico. Lleva a practicar ejercicio de forma compulsiva para aumentar la musculatura.
¿Qué otros nombres recibe?
Dismorfia muscular, anorexia inversa y complejo de Adonis.
¿A quién afecta más?
A chicos jóvenes a partir de la adolescencia.
¿Por qué es un grupo de riesgo?
Porque en la adolescencia, nuestro cuerpo está cambiando y a la vez, las relaciones sociales fuera de la familia se van afianzando. Buscamos sentirnos bien como somos y a la vez, ser queridos, valorados. Nos fijamos más en modelos o ídolos y los imitamos para conseguirlo.
Y los modelos que impone la cultura actual son, para los chicos, hombres esbeltos y musculados.
¿Qué síntomas tienen estos jóvenes?
Excesivo tiempo dedicado a hacer ejercicio. Se hace lo que sea para conseguir el objetivo y no se tiene nunca suficiente.
Preocupación excesiva hacia el físico. Se tiene una percepción equivocada de la propia imagen corporal. Se ven poco musculados o débiles, aunque no corresponda a la realidad.
Insatisfacción permanente. El ejercicio puede ser una vía de escape o gratificación, entrando en un círculo vicioso.
¿Cuáles son las consecuencias?
Abandonar actividades, estudio o trabajo.
Aislamiento de los demás.
Baja autoestima.
Ansiedad y tendencia al ánimo bajo o tristeza.
Seguir dietas especiales sin base científica.
Obsesión por el contenido en hidratos de carbono y proteínas de lo que se come.
Tomar suplementos alimenticios.
Consumir sustancias prometedoras, potencialmente nocivas, sin control.
Deformidades de los huesos, esguinces, desgarros musculares, menor agilidad, cierre precoz de los cartílagos de crecimiento.
Efectos secundarios de los productos químicos que se pueden llegar a tomar: acné, atrofia testicular, desarrollo mamario en varones, agresividad, síntomas psicóticos, alteraciones del hígado y riñón, alteración de las defensas, etc.
¿Cómo se puede prevenir?
Aumentando la autoestima.
Cuidando el cuerpo dentro de un equilibrio y con un proyecto más amplio. El ejercicio nos ayuda a vivir, pero no vivimos para el ejercicio.
Desarrollar otras actividades que nos llenen y mantener relaciones sociales sanas.
¿Qué hacer si tengo alguno de los síntomas anteriores?
Ponte en contacto con un profesional de la salud que realice una evaluación de tu situación real y si es necesario te derive a un centro especializado.
Descárgate la presentación con los PUNTOS CLAVE:
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María Villa Arranz. Pediatra. Centro de Salud "La Rivota". Alcorcón (Madrid)