Formulario de búsqueda

Padres y pediatras
al cuidado de la infancia y la adolescencia

Área de usuario

¿Cómo viven y sufren los niños la epidemia de Ébola?

  • pdf
  • friend
  • print
  • Googleplus
  • Twitter
  • Facebook
  • WhatsApp
Fecha de publicación: 9-11-2014

Publicado en Noticia Social

Fecha: 9-11-2014

 

A principios de noviembre, según la OMS, hay más de 13.000 casos de personas afectadas por la epidemia de Enfermedad por el Virus del Ébola, sobre todo en África Occidental (Liberia, Sierra Leona, Guinea Conakri y Nigeria). De éstos han muerto casi 5000. No hay datos sobre cuántos niños han sufrido la enfermedad ni cuántos de ellos han muerto

Estas cifras son dramáticas, y serían inadmisibles en nuestra sociedad. Pero lo que es en verdad tremendo es el sufrimiento y la desolación que causan. 

Detrás de cada dato hay una historia de sufrimiento, de enfermedad, de tristeza, de desesperación. Y detrás de la muerte de un adulto, casi siempre hay un niño que queda huérfano.

La población sobre la que ahora se cierne esta epidemia es una de las más pobres del mundo...

La mayor parte vive con menos de dos dólares al día. Para conseguirlos deben salir cada día a buscar algún trabajo con el que poder llenar la olla y dar una comida al día a toda la familia. Para poder comer, muchas mujeres, con sus hijos más pequeños colgados en la espalda, van al mercado a vender frutas, algún producto de la pequeña huerta o cosas diversas, como telas, bolsitas de aceite de palma, o de agua, jabón, cremas, peines, galletas, pan, algún producto de fabricación casera… Y muchos hombres, a su vez, trabajan o buscan alguna faena en la ciudad o en otros países para ayudar a la economía familiar. Hay que saber que la gente que no trabaja, los enfermos o los ancianos no tienen ninguna ayuda del estado. Se subsiste con los ingresos propios y de los familiares cercanos. Con estos ingresos comen y compran los medicamentos que puedan necesitar. Los niños que van al colegio muchas veces tienen que andar un buen rato, con sus uniformes zurcidos, pero aseados y su libreta en la mano o en una bolsa. Por la tarde, las niñas van al pozo a buscar agua y leña para cocinar. No tienen agua corriente. El agua deben acarrearla  desde el pozo hasta donde viven. 

En los países de África Occidental, que sufren además el Ébola, entre uno y dos niños de cada 10 se mueren por otras causas como la diarrea, la neumonía, el paludismo, la desnutrición y problemas por prematuridad. También muere aproximadamente una de cada 50 mujeres por problemas en el parto. Entre sus  hijos huérfanos, los más pequeños, probablemente, también morirán.

... Y ahora el Ébola

En este escenario aparece la epidemia de Ébola. La fiebre por este virus es una enfermedad para la que aún no hay medicamentos efectivos. Es muy contagiosa. Se transmite con el contacto con una persona enferma. El virus se encuentra en sus fluidos corporales (sangre, vómitos, orina, heces, sudor,…). Cuando alguien enferma, él y su familia son casi siempre rechazados por los demás. Se debe a que son un riesgo de muerte para el resto de la comunidad. Seis de cada diez personas afectadas se mueren. Los enfermos y sus familias están estigmatizados y discriminados, como pasaría en cualquier sociedad. Los niños no sólo pueden sufrir la enfermedad, sino que también sufren las consecuencias de la pérdida de las personas que les cuidan: la madre, el padre, los abuelos, hermanos u otro familiar. Los huérfanos de menos de dos años, probablemente morirán. Bien porque han estado en estrecho contacto con su madre y enfermarán o bien porque, al morir su madre, sufrirán el estigma de la enfermedad. Se les separa al menos tres semanas del resto de gente, hasta saber si han enfermado y son un foco de contagio. Si es así, se les aislará y serán privados del cuidado y cariño de la familia. Sólo les cuidarán el escaso personal sanitario. La pregunta es qué sienten y cómo sufren estos niños que ven enfermar y morir a sus seres queridos, qué consecuencias psicológicas les causará tanto sufrimiento.

Miles de niños y adolescentes no van a la escuela porque los centros escolares se cierran de forma indefinida como prevención, para evitar el contagio. Pasarán semanas, meses. No sabemos cuándo podrán volver al colegio.

Los centros de salud han dejado de vacunar, de atender otras enfermedades graves, a las mujeres embarazadas… Todos los recursos se dedican al ébola, porque faltan infraestructuras y personal sanitario.

Los gobiernos y las ONGs que trabajan en estos países están haciendo grandes esfuerzos para difundir los síntomas sospechosos de Ébola. El objetivo es que la población sepa cuándo debe consultar. Se hacen campañas informativas en los centros de salud, en los mercados y medios de trasporte, en las calles y plazas, con vallas publicitarias, en los periódicos y a través de la radio y la televisión. Pero, de momento, la epidemia no se ha podido controlar.

Ellos también tienen nombre y apellidos

Se cuentan por miles los niños desamparados. A todos ellos les podemos poner cara, tienen nombre y apellidos: Samuel, Mohamed, Kei, Kewullay, lhaji, Sarah, Khalilla, Mary Koala, Sophie, Krishnan, Annie, Mary, Salome, Karwah… Además del trabajo que se lleva a cabo en hospitales y puestos de salud para detectar y tratar a los enfermos y de las campañas informativas, muchas ONGs trabajan con los niños huérfanos para que puedan tener un hogar y no vagabundeen por las calles. Para acompañarles y reducir el dolor, la soledad y las necesidades que sufren. 

Acostumbrados a vivir en la escasez material, estos niños tienen una reserva de esperanza y alegría de la que todos podemos aprender.

Según los expertos, aún está lejos el poder controlar la epidemia en un futuro cercano porque faltan recursos humanos, materiales y económicos. Los gobiernos occidentales, los organismos e instituciones públicos y privados deben tomarse en serio esta epidemia e invertir más para acabar cuanto antes con esta ella.

Si queréis colaborar con ONGs y entidades que trabajan para reducir el impacto de la epidemia de Ébola, aquí os recomendamos algunas:

Fecha de publicación: 9-11-2014
Autor/es: