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Padres y pediatras
al cuidado de la infancia y la adolescencia

SOY ABUELO!

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Fecha de publicación: 26-09-2016

Cada niño al nacer nos dice que Dios aún mantiene la esperanza en la humanidad. R. Tagore
El momento más oscuro es justo antes de salir el sol.
Refrán chino

Me hubiera gustado escribir miel, pero no sería auténtico. Hoy la miel ya tiene otro sabor.

Cuando un nieto/a nace, tú renaces. Es una fuerte 'perdigonada' emocional.

Toda la complejidad de tu vida previa se funde. Vuelves a vivir un momento cero. El futuro recomienza con la pequeña vida, en aquellos ojos grandes y descarados. Y en ti vuelve el hormigueo de nuevas emociones. Y son más dulces que nunca. Sólo con que veas o simplemente sueñes con el nieto, una sonrisa cómplice ya te ilumina la cara. Lo que llaman cara de abuelo.

Y te sientes inexperto. En segunda fila. Temeroso e ilusionado, como los padres. En un papel nuevo, sin antecedentes de referencia muy similares.

Si de pequeños habíamos convivido juntos tres generaciones, ahora convivimos cuatro, y más alejados. La esperanza de vida alarga la etapa madura. Jubilados o no, permanecemos activos. Y por muchos años, más o menos creativos, y con un nivel de salud bastante aceptable.

Mientras tanto, la crisis económica machaca la pareja joven. Sin plenitud de trabajo, a menudo sin casa, sin guarderías, y casi sin bolsillo, no pueden vislumbrar un futuro digno, ni grandes esperanzas a pesar de soñar.

Esto nos lo han cambiado. Ahora están peor los padres que los abuelos.

Y sólo falta que estos padres se separen para que la estabilidad y la economía aún se deterioren más. O que el imperante consumismo individualista los desvirtúe. Que les aniquile la seguridad y confianza en lo esencial que tiene la vida, en aquello que realmente vale y nunca pierde: el empuje vital, el amor, la solidaridad, el sentido de pertenencia colectiva... Todos estos proyectos de vida, son auténticas "zanahorias vitales", sin las que es muy difícil ayudar a crecer feliz a alguien. O educarlo en el reto y el esfuerzo, en la contemplación y la satisfacción, en los límites y la contención, el respeto y la tolerancia...

¿Y ante este cuadro qué pinta un abuelo?

Aun sin pretender repetir nuestra juventud, porque todo cambia, como el agua del río, apoyaremos todo lo que forma parte de la educación parental: ternura, acogida y reto, hábitos, salud, educación, sensibilidad ("artística"), deporte, valores y convicciones... Lo cierto es que tarea no nos va a faltar.

Sabiendo que en esta jugada sólo tenemos un "poder delegado" de los padres, aunque nosotros seamos quienes somos y no de otra manera (a la vez expertos, "cebolleta", anticuados, reflexivos...), compartimos anhelos y esperanzas con los padres y los nietos. Siempre con deseo de excelencia. Bien sabemos que la perfección es una utopía, y que nunca llegaremos a Ítaca. Pero no hay que olvidar que lo que interesa es el proceso, la marcha hacia el objetivo. Al menos, ¡no erremos los objetivos!

Yo supongo que San Pedro, desde sus barbas de juez, sólo nos evaluará por nuestra sinceridad y solidaridad. Y mucho me temo que deberá aprobarnos a casi todos.

A los hijos y nietos ya les dejamos un mundo bastante embarrado, para que trabajo no les falte.

Pero a pesar de los agoreros que sobrevuelan todas las crisis, el futuro de nuestros nietos se intuye brillante.

Por lo menos eso veo yo.

¿Y usted? 

Fecha de publicación: 26-09-2016
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